La Banda Sonora de mi Vida (The Soundtrack of mi Life)
Cada día que amenaza con despuntar al alba, amanece junto al click de mi radio que, disparando emociones y sentimientos, emana canciones que tarareo casi sin darme cuenta. ¿Cuántas canciones se han escrito motivadas por tan solo un soplo de esperanza? ¿Cuántas más han de escribirse en pos del amor, de una guerra? ¿Porqué cada recuerdo significativo de mi vida va acompañado siempre de alguna melodía?
Hoy por la tarde mientras escuchaba la canción Los Restos de Nuestro Amor de Fito Paez (la versión en vivo), me daba cuenta de todo lo que me pasa, tanto por la mente como en el estómago, cuando la escucho. Todas las imágenes que atraviesan mi alma, me conmueven y reviven una parte muerta de mi que se me sobreviene cada vez que la escucho. Se me avalanza cual fantasma en busca de venganza. Primero hacemos la guerra y luego el amor. Así como me gusta a mí. Como debe de ser.
Lo cierto es que no hay experiencia igualable a escuchar música, sentirla, palparla, saborearla y dejar que nos penetre hasta tal punto que nuestros pelos se erizan. Aunque en realidad al tocar e interpretarla se entra en un extasis similar.
Cierto también es que no hay lenguaje más universal que ella y su espectro sin fin. Sin dimensiones cual verso perfecto. A cada mirada un acorde, una canción o un concierto completo puede dedicársele. A cada momento de mi vida que recuerdo y no, una melodía, una corriente musical. Una corriente que recorre todo el cuerpo con la fuerza del río más caudaloso y bullicioso, escurriendo por el silencio del alma de cada ser humano.
"La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía."
(Ludwig Van Beethoven)
Grabado de Ralph Fabri: "Moonlight Sonata", not datedetching, 25.2 x 20 cm., ed. 10/17
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