Recogiendo Pedazos
Recogiendo pedazos me encontré junto a mi perro. Solos en la soledad salvaje de las calles gélidas de esa cálida región. Vestido de nada me fui a la aventura de remunzarme de los pedazos perdidos. No recuerdo cuántos eran, pero mi perro, el único fiel, de seguro lo sabrá. El los olfateaba y sonreía con su cola cada vez que encontraba una parte. Yo le miraba y le sonreía con el rabillo de mi ojo. "No me interesa recuperar todas esas partes caídas" le decía como si él pudiera, más que yo, diferenciar cada una de ellas. Sin embargo, él en su animalesca obsesión sabía que en alguna parte de mi fondo yo bromeaba...yo quizás no tanto. De pronto sucedió...así como se suceden las noches y los días, encontré aquel pedazo sin nombre e innombrable que tanto me tiene desquiciado. Ese que me hace odiar todo cuanto amo, todo cuanto veo y no veo...TODO!. Esta vez mi rabillo no acompaño al de mi compañero "¡¿Será más humano que yo el muy perro?!, me pregunté con desesperación. La respuesta queda pendiente. Pendiente hasta que recupere aquel pedazo que tanto demoré en encontrar y, mucho más, en recoger. Tanto que mi perro se lo comió sin darle un solo mordisco. En ese momento cruel y crucial me pregunto: "Quizás él al menos logre ponerse en mi lugar y no me despedace a la más mínima oportunidad...el corazón humano puede ser muy traicionero..."
* Pintura de Francis Bacon: Man with Dog 1953; Oil on canvas, 152.1 x 116.8 cm (59 7/8 x 46 in); Albright-Knox Art Gallery, Buffalo.
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